jueves, 14 de mayo de 2009
TODOS, UNO....
SI UNA VEZ
Si una vez, pensaras en la sinrazón de los resortes
que mueven esos gestos donde se afirma tu importancia.
Si una vez, te miraras en el espejo desnudo de la naturaleza
y pudieras salir de las formas que te envuelven
para medir las líneas de tu caricatura elegante.
Si una vez, pudieras hacer el balance de tus ideas
para comparar su saldo con la sabiduría de las estrellas,
de los pájaros, de las hierbas.
Si una vez, el monstruo estúpido de tu razón
pudiera asomarse al misterio de la eternidad.
Si una vez, pudieras ver la suciedad insaciable de tus manos
y fueras capaz de sentir náuseas ante el espejismo del oro.
Si una vez, solamente, compararas la tormenta artificial de tu carne
con la limpia fecundidad de las bestias.
Si una vez, te pudieras transformar en el juez y en el verdugo de tus culpas.
Si una vez, las lágrimas de tus ojos te alcanzaran para llorar tus errores
y tus palabras fueran suficientes para pedir perdón.
Si una vez, en la soledad de tu propia conciencia pudieras sentirte
el más humilde y el más malo y el más incapaz y el más inútil.
Si una vez, sintieras la sed de todo lo que te falta
y la repugnancia de todo lo que te sobra.
Si una vez, frente al misterio de Dios, pudieras descifrar su mensaje.
Si una vez, pudieras cerrar los ojos, sin encender en el alma
la envidia, el deseo, la ambición, el egoísmo.
Si una vez, te dijeran que no supiste querer a tu madre,
a tu padre, a tu hijo, a tu hermano, a tu amigo.
Si una vez, fueras capaz de dar la razón a los que llamas tus enemigos.
Si una vez, pudieras entrar en la luz de la santidad sin una palabra en los labios.
Si una vez, tus ojos creyeran sin ver y tus oídos tuvieran fineza
para escuchar la voz del corazón desnudo.
Si una vez, no sintieras horror ante la muerte por amor al placer de la vida;
o si sintieras amor a la vida sin necesidad del horror a la muerte.
Si una vez, te pudieras olvidar de tus triunfos, y de tus derrotas...
habrías justificado tu existencia.
Homero Manzi, Poemas Inéditos; Horacio Salas, Homero Manzi y su tiempo.
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